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La obra, ganadora de la 3º edición del premio ARTEI a la producción de teatro independiente, presiona sobre la ironía de pensar la argentinidad como un vínculo entre el pasado y sus palabras, como una forma irrisoria de soñarse un futuro condenado siempre por el límite del silencio. Una pieza que habla sobre el lenguaje furioso y su retroceso imparable, que habla sobre la lengua que se muerde la cola a sí misma, es sin duda un desafío para la representación física y espacial de la caída.
En un futuro lejano, Argentina se verá invadida por las aguas, sus tierras lamentarán calamidades y el tango -antiguo consuelo para una melancolía irredimible- deberá prohibirse dado el peligro de los brotes lacrimógenos.
Un gesto, un último gesto podrá insuflar esperanzas a la nación abatida: Córdoba será sacrificada, canjeada por un terruño infame en la nueva tierra prometida. La patria amputada, agujereada en el centro de su vientre, sueña nuevamente con desiertos salvadores: otro desierto para la nación.
Allí irán, entonces, en un futuro muy lejano, cuatro temerarios tripulantes, los últimos hombres en llegar a Marte, los primeros argentinos en explorar el territorio conquistado.
Allí irán: el Dandy, Wolfiasky, Córdoba y Perdomo, obnubilados por las ansias de proezas, de reconocimiento épico. Pero la historia, como la lengua de la rana, es proáctil: llega hasta un punto y se enrolla sobre sí misma. Y el olvido sobreviene. Incomunicados, desesperados, deberán descubrir el sino que les aguarda: ¿qué esperanza puede nombrarse si hasta la lengua se olvida a sí misma?
Alguien vendrá a poner fin a sus sueños. Una sombra, una Apariencia.
Alguien vendrá, entonces, a cerrar la puerta.
Es decir, a abrir el afuera.
Porque es posible, es futuro. Lejano.
Sobre la obra
Esto también pasará es una apuesta a la posibilidad de entrecruzar de manera dramática la potencia de una problemática como la del vínculo entre lengua e identidad nacional, y los caracteres formales de un género amplio y fructífero como el de la ciencia ficción. Tal como ha ocurrido con propuestas anteriores de estos mismos creadores -pónganse por caso al grotesco, al sainete y a la tragedia en la La patria fría, Después del aire y Al servicio de la comunidad- una vez más no se trata aquí de obedecer ciegamente las expectativas de un género sino de poder manipular sus facetas más lúdicas con el objeto de legitimar y favorecer el complejo tratamiento que requieren temas tan dificultosos para la argentinidad como la relación entre lengua y territorio, entre pasado y futuro, entre la patriotería verborrágica y el heroísmo silencioso.